jueves, 21 de junio de 2007

Julio García Espinosa 1


Portal del Cine y el Audiovisual Latinoamericano y del Caribe

Lo nuevo del Nuevo Cine Latinoamericano

Por Julio García Espinosa

¿Qué puede ser lo nuevo en el Nuevo Cine Latinoamericano? Repensar el pasado. Repensar a los grandes cineastas; asumirlos para disponer de sus cabos sueltos. Huir de las modas. "No siento nostalgia por los años sesenta" se dice hoy. Y ¿quién la siente? ¿Quién siente nostalgia por el expresionismo alemán? ¿Quién siente nostalgia por Mozart? ¿Por La Ilíada? ¿Por El Quijote? ¿Hasta cuándo estas falsas seducciones de la negación? Antes seleccionábamos a los amigos. Hoy debemos saber seleccionar a los enemigos.

¿Qué diferencia hay entre los sesenta y los noventa? Antes se hacían buenas y malas películas, hoy también se hacen buenas y malas películas. Antes se dio una nueva generación, hoy también ha surgido una nueva generación. Antes se logró una cierta producción, hoy también se logra. Antes tuvimos premios en los festivales, hoy igual. Entonces, ¿dónde está la diferencia?
El análisis somero obliga a no ir más allá de las generalidades. Pero habría que precisar, con ejemplos de películas, como fue entonces el tratamiento del espacio y del tiempo; hasta donde el montaje evolucionó al ritmo del pensamiento; cuál fue el papel de la intuición y cual el de la razón, ¿cuándo pesó más uno?, ¿cuándo más el otro? En La primera carga al machete la fotografía tan contrastada no es gratuita, obedece a una razón, sin embargo su creación es producto de una profunda intuición. En Son o no son el caos de la narración lo sustenta una lógica interna que, a su vez, es producto de la intuición. En cuanto al naturalismo proyectado por Hollywood fueron los brasileños los que más lo rechazaron. Hoy se ha ganado en el ritmo del montaje, en conciliar la intuición con la razón, pero se notan demasiadas películas asépticas, menos contaminantes. En líneas generales se ha vuelto al naturalismo de Hollywood.

Se ha sostenido que el Nuevo Cine Latinoamericano de los sesenta desapareció al individuo siguiendo el principio marxista de que la Historia la hacen los pueblos y no los individuos. Es verdad que esto existió como también existió lo contrario. Pero esto se manifiesta igualmente hoy. ¿Qué hay de regresivo en que ambas tendencias, ayer y hoy, puedan ser caminos exploratorios?

También se habla de que el Nuevo Cine Latinoamericano obedeció a una única línea de pensamiento. ¿Acaso es una manera de enmascarar el palpable pensamiento único que hoy recorre mares, llanos y montañas? ¿Se puede negar la diversidad de entonces? ¿Se puede negar la uniformidad que inunda hoy al mundo? ¿Qué hay de pensamiento repetitivo en Memorias del subdesarrollo, El Pez que fuma, El Chacal de Nahueltoro, Dios y el diablo en la tierra del sol? No hay que confundir uniformidades actuales con coherencias de ayer.

También se suele decir que el cine de los sesenta fue un cine político. Es demasiado cómodo dividir el cine en cine político, cine de entretenimiento y cine de arte. Habría que preguntarse más bien, cuándo en las películas hay más sentimiento que ideas, cuándo hay más ideas que sentimientos, cuándo se concilian ambos. También se dice que fue un cine de bajo costo. Pero eso no significa que fuera un cine artístico. A veces se cambian las formas de producción para no cambiar nada. La Nouvelle Vague rompió con muchas leyes de la gramática desarrollada por Hollywood desde Griffith. Liberó a la narración de tener que respetar las angulaciones correspondientes, el famoso eje; la imposibilidad de ir de un plano general a un primer plano; de ajustarse a los movimientos mecánicos de la cámara. Incluso la cámara en mano la utilizaron por primera vez los cineastas de la Nouvelle Vague. Con todo y ser mucho estas transgresiones no pasaron de ahí. El Nuevo Cine Latinoamericano también transgredió pero fue más lejos, intentó romper las reglas del juego. Tal vez Glauber Rocha fue quien más lejos llegó en ese empeño. En general gran parte de la importancia del Nuevo Cine Latinoamericano fue buscar una alternativa a la narración autoritaria de Hollywood, por una parte. Por otra, huirle a la mentalidad pequeño burguesa como destinataria única. En aquel entonces, no surgieron planteamientos teóricos para hacer películas, hicimos películas que motivaron reflexiones teóricas.

¿Qué nos une hoy? ¿Qué nos separa?

El Neorrealismo surgió después de la Segunda Guerra Mundial. Fue una manera de enfrentar la vida reactivando la cultura y evitando sus frustraciones. Todavía ese mismo aire lo respiró el movimiento renovador de los sesenta, incluyendo al Nuevo Cine Latinoamericano. Hoy, parecería que hemos sido inmunizados de las catástrofes que se levantan ante nuestros propios ojos.

Así mismo habría que hacer un análisis más profundo del itinerario del pensamiento marxista antes y después de los sesenta más la puesta al día de ese pensamiento por la revolución cubana en el contexto particularmente latinoamericano. Entre nosotros, que veníamos impregnados de la filosofía marxista, se hizo evidente que las primeras películas eran productos de un pensamiento marxista desfasado; la madurez se reflejó años después en las películas que hoy se consideran clásicos. Esa madurez fue también de todo el continente americano y lo recorrió activando un espíritu de cambio más consecuente con la realidad. Pero el pensamiento previo a los sesenta no desapareció, se mantuvo, en terca lucha con lo nuevo. Fuerzas que pretenden aparecer hoy como lo nuevo, meten en el mismo saco tanto al viejo como al posterior pensamiento de los sesenta creando más la dispersión que la revelación.

De
todas maneras lo nuevo en el Nuevo Cine Latinoamericano seguramente ya está aleteando ante nosotros sin que lo sepamos. La vida cambia pero no se agota, no se extingue. Son señales las buenas películas que hoy se realizan, las nuevas generaciones que persisten, una vasta población que se acerca. ¿Acaso lo nuevo está viviendo rodeado por la explosiva lava de hoy? ¿La mira de frente? ¿La esquiva? ¿Falta el proyecto común? ¿Es necesario? El laberinto de las opciones políticas puede hacerlo difícil. Pero los problemas del propio cine pueden hacerlo viable. La dimensión regional sigue siendo indispensable. La razón de disponer de nuestro propio mercado es una asignatura pendiente. Un mercado latino para el cine latino ofrece más posibilidades de comunicación que el de Europa para los cineastas europeos. A los gobiernos no les interesa hacer visibles a nuestros países, les basta con sonreírles a las transnacionales. Pero a los cineastas les resulta indispensable la visibilidad del Continente. El cine no tiene por que ser un lujo para países pobres, con la mitad de lo que se pierde en importar tantas películas inútiles se podrían financiar la mayoría de nuestras producciones.

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