Miguel Littin en “Tierra del Fuego”
ENTRE EL WESTERN Y SARTRE
Sergio Leone y Jean Paul Sartre, dice Miguel Littin a una crítica que se debate entre masacrarlo a él o a su película, y que ante la disyuntiva opta por ambos, porque la irreverencia con Littin a estas alturas resulta hasta un lugar común.
Faride Zerán
Dice que se empieza hablando de cine y se concluye sobre su megalomanía, haciendo referencia a esta suerte de guerra ya declarada entre algunos periodistas y este cineasta controvertido que cuando se larga a filmar lo hace contra viento y marea, como ocurrió literalmente en la Patagonia, cuando sin esperar todo el dinero para la producción siguió porfiadamente adelante, y entonces la denuncia de las platas y Littin, de los ex amigos de Littin, y aunque luego las platas finalmente se paguen , la leyenda sobrevive y se mezcla con la obra contaminándolo todo.
Pero no tiene pasta de mártir este cineasta y escritor, dos veces nominado al Oscar, director del legendario “Chacal de Nahueltoro”, “Sandino”, “La Tierra Prometida”, entre otras producciones, y que ahora concluye una novela sobre la Palestina de sus ancestros, mientras continúa porfiadamente con los preparativos para lo que debe ser su película más acariciada y ambiciosa : “El viajero de las cuatro estaciones”. Por ello, no le gusta detenerse en los ataques personales ni en esa mala onda instalada en algunos sectores que de pronto lo remiten a los creadores malditos e incomprendidos como Droguett, De Rokha y otros tantos.
Desde “Palmilla”, como alcalde- hijo pródigo ha escudriñado su país en esta década de retorno y desexilio, amenazando cada tanto con volverse a ir, porque aquí nada es fácil, menos si no tienes vocación de cortesano . Y, más…¡ si tienes fama de villano¡.
¡Cómo se puede ser artista sin asumir una dosis de megalomanía¡, replica en su casa de la calle Azul, en La Reina, este Miguel Littin cincuentón, desconfiado, que no muestra las heridas , que cierra la boca cuando alguien le comenta que su Presidente fue hasta la premier de “Monos con Navaja” saltándose una “Tierra del Fuego” por primera vez filmada in situ, con el mismísimo Coloane que cumplía 90 años, y entonces cambia de tema y prosigue señalando que Pedro de Valdivia, que Alonso de Ercilla, que el propio Neruda inventaron un país, y hasta un continente, como Gabo.
-Por una parte nos dicen que hay que ser audaz, que hay que crear nuevas empresas, que hay que pensar en grande, y entonces cuando uno piensa y actúa en grande después se lo califica de delirios de grandeza- dice Miguel Littin esa tarde de la calle Azul , y a propósito de su última obra, “Tierra del Fuego”.
-Esa construcción de un país imaginario tiene que ver también con la invención de Chile efectuada desde el destierro y su confrontación cuando el retorno. ¿Cómo fue esa experiencia?
-Muy dura, cuando uno está muchos años fuera de Chile y sale muy joven, yo salí de 27 años, afuera uno imaginó un país , inventó un país y lo hizo casi con la tarjeta postal, llena de lo que era lo mejor de Chile, de las mejores visiones de Neruda, de las mejores visiones de Mistral, de Huidobro, de De Rokha, de Violeta Parra. Incluso de los grandes talentos narrativos y plásticos, pero cuando uno regresa vive el choque porque hay un abismo entre ese país que uno inventó y la realidad…Es una experiencia muy dura, muy dura, llena de fisuras, incomprensiones, desencuentros…
- Pero porfiadamente está el cine, y entonces te mueves por el mundo y logras estas grandes coproducciones que luego son calificadas de megalómanas….
-Porque la única forma de que Chile participe como cinematografía en el mundo globalizado es a través de coproducciones , por eso todo el mundo las está buscando. Es absurdo pretender que Chile va a superar solo una cantidad de problemas que muchos países en el mundo están tratando de resolver en conjunto. Incluso potencias económicas y culturales como Europa. Ya no se habla en Europa de cine italiano, cine francés, o cine belga, se habla de cine europeo, porque están todos interrelacionados.. Asímismo, todos los países están buscando unificarse a través de grandes alianzas estratégicas, y la nuestra pasa por hacer películas que correspondan a lo que es la cultura latina en el mundo, latinoamericana, iberoamericana y latino en Europa, es decir Grecia, España, Portugal, Italia. Esto nos daría la gran posibilidad de ser una cinematografía con fundamentos tanto culturales como económicos, porque pensar en el cine, sin tomar en cuenta esta perspectiva industrial es realmente pensar en el vacío. Existe además el público hispanoparlante de los Estados Unidos, donde hay festivales de cine latinoamericano, festivales de cine latino. Con esto quiero decir que si algo está funcionando en estos momentos en la mentalidad de todos los cineastas del mundo es la necesidad de unificarse a través de proyectos, y eso implica a veces ser un adelantado en este gran proyecto de la integración.
- Entre “Los náufragos”, una película más bien intimista que da cuenta de una visión fragmentada y angustiante del Chile de la transición, y “Tierra del Fuego”, esta gran producción donde se disputan la epopeya un grupo de aventureros y la belleza impactante del paisaje, se asoman dos estilos muy opuestos. ¿Es sólo la marca de Coloane la que determina esta diferencia?
- “Los náufragos” está marcada por las circunstancias del regreso a Chile y la necesidad de encontrar metafóricamente al país a través del hombre que está buscando a su hermano. Se trata de develar las ideas y reflexiones sobre el pasado inmediato de Chile, sobre el presente y esa manera de administrar el futuro. “Tierra del Fuego” tiene una fuerte seducción por el paisaje y por la obra y los personajes de Coloane. Está inspirada en ese mundo luminoso de su escritura en que los personajes en realidad se asemejan a lo que es la comedia del arte, es decir no hay un desarrollo psicológico sino que el destino de la naturaleza cambia o hace sus destinos . Y de alguna manera creo también que gran parte de nuestros destinos se han producido de esa manera porque somos una generación de hijos de inmigrantes que hemos nacido en este país casi por casualidad y que de pronto la cercanía de la cordillera, los vientos, las grandes planicies, los grandes desiertos nos han hecho repensarlo todo. En ese sentido, la naturaleza tiene una importancia definitiva en tanto reconoces una historia porque no la has vivido. Yo no puedo reconocerme en la historia de la conquista, ni en la historia de la colonia, porque no tengo ningún antecedente, pero mi antecedente visual, de la memoria, son las montañas, son la cordillera, son las grandes planicies, los grandes desiertos y en esa historia puedo comenzar entonces a decir y a reconstruir imaginariamente como transcurrió la vida del hombre en estos lugares. Pero, en efecto, Chile es la fuerza y el magnetismo del paisaje.
- Es la Patagonia claramente la protagonista, porque los personajes resultan una suerte de marionetas cuyos destinos inciertos están a merced de los vientos…
- …Y sobre sus deseos están los designios de Dios y la naturaleza, por llamarlo de algún modo, es decir son voces que se escuchan a través del viento, a veces son un coro, un coro que sigue a un corifeo. Si uno mira en este momento la patagonia, las grandes extensiones, y piensa que allí hubo un imperio que duró seis, el imperio de Carmen Silva, Reina de Rumania, percibe que no queda ni un sólo rastro, ¡nada¡. Todo se lo llevó el viento o todo fue tragado o devastado por la naturaleza. Lo único que queda son las descripciones de la naturaleza, que no es exactamente igual, es como una historia que se niega a ser contada, una naturaleza que se niega a ser registrada incluso por el ojo cinematográfico, porque creo que es la única película de la patagonia o de la tierra del fuego, filmada ahí.
-¿Y qué te pasó como cineasta, como artista en medio de esa inmensidad ?
-Cada mañana miraba esas desolaciones y me interrogaba sobre qué hacemos aquí, vamos a contar la historia de gente que no está, pero es que no hay ni una sola huella de que alguna vez hubiese gente aquí y entonces el desafío era re- inventar el mundo todos los días, y al otro día tampoco había huella de la secuencia filmada el día anterior, por lo tanto había que empezar todo de nuevo y de ahí entonces que se me fue ocurriendo la idea de hacer una película como si fuera un mosaico, pequeñas historias que se van entrelazando en una gran historia que es la historia del destino, la historia de uno, la historia del otro, las necesidades y los deseos de uno y otro que se van desdibujando porque todo se desdibuja, o sea se buscaba oro y nunca hubo oro, y en ese instante andar con la cámara era como buscar ese oro, pero el oro de los alquimistas, el oro de dejar patentado de como había transcurrido ahí un fragmento y un pedazo de la historia humana, de su dolor, de sus necesidades y de sus empeños. Sobre todo del empeño casi inútil de encontrar la gloria, pero también del empeño casi inútil de establecer el estado, las leyes y el poder, tanto así que se establecen y con la misma audacia con que se establecen también se derogan, se hace la abolición de toda jerarquía. Esa experiencia vivida tras el ojo de la cámara también era un espacio que transcurría entre la posibilidad del film de aventura y al mismo tiempo del film existencial, es decir, y así lo dije en Cannes , estaba entre Sergio Leone y Jean Paul Sartre.
-¿Cómo así?
-No era solamente una frase, es que tanto el atuendo, la forma de moverse, la actuación de los personajes, corresponde a la epopeya del western, pero las ideas corresponden a Sartre. En el relato de Coloane, está esa articulación de los personajes que se desplazan entre la épica y el peso de una existencia que se estrella en la inmensidad del paisaje.
- Hablemos del país, de tú país, al que volviste para reinsertarte un Palmilla, como alcalde, y desde allí tomar aliento para hacer cine. ¿Cómo lo ves?
- Aquí, aparte de los enclaves militares que todos conocen existe una burocracia que está por sobre las necesidades o las aspiraciones de la gente. Una burocracia ascendente que va acentuando su importancia por sobre el individuo y eso hace un país aburrido. Si algo tiene la burocracia es que es muy ordenada, pero muy aburrida, más si seguimos sin querer discutir, porque el país no quiere debatir con libertad suficiente, con el desparpajo suficiente, incluso admitiendo la posibilidad de equivocarse, no es una discusión en que todo el mundo tenga la razón, tampoco se trata de establecer una razón, sino que se trata de saber qué piensan los demás. La tendencia hacia integrismo religioso me parece que se ha intentado discutir, pero en algún punto se paraliza la discusión porque parece que fueran terrenos en los cuales no se puede avanzar. Y esto en el campo del arte es más complejo, porque si el arte no es transgresor, si el arte no se atreve a tener una independencia frente a la sociedad y una voluntad de romper para avanzar en los grandes temas que nos interesan se produce una detención, se produce una sensación de desazón justamente. Es decir, ¿quiénes estamos dentro de Chile y quiénes estamos fuera o en los márgenes?, porque pareciera que hay quienes están en el centro mismo del país, hay quienes están en la periferia y hay quienes están completamente afuera.
-Y dónde se ubica Miguel Littin?
- A veces en el centro, a veces en la periferia, a veces afuera y a veces en ninguna parte, porque hay mucha gente en el país que siente este no estar en ninguna parte. Pero yo quiero estar en la creación , y a veces estoy solo, pero todo corredor de fondo tiene el designio, por encima de sus deseos, que sabe que tiene que correr solo, porque no siempre lo que uno diga o lo que uno haga es conveniente para el resto del cuerpo social. Y alguien tiene que avanzar a pesar del viento, a pesar de las dificultades, a pesar del riesgo de tener caídas, y hay que tener la voluntad de levantarse, pararse y seguir andando, por eso yo no me quejo, yo no digo “ este país”, no utilizo nunca ese término porque son muchos países y es parte también de una globalidad en el mundo. Sin embargo, se que vivo en un gran pasadizo entre la cordillera y el mar.
ENTRE EL WESTERN Y SARTRE
Sergio Leone y Jean Paul Sartre, dice Miguel Littin a una crítica que se debate entre masacrarlo a él o a su película, y que ante la disyuntiva opta por ambos, porque la irreverencia con Littin a estas alturas resulta hasta un lugar común.
Faride Zerán
Dice que se empieza hablando de cine y se concluye sobre su megalomanía, haciendo referencia a esta suerte de guerra ya declarada entre algunos periodistas y este cineasta controvertido que cuando se larga a filmar lo hace contra viento y marea, como ocurrió literalmente en la Patagonia, cuando sin esperar todo el dinero para la producción siguió porfiadamente adelante, y entonces la denuncia de las platas y Littin, de los ex amigos de Littin, y aunque luego las platas finalmente se paguen , la leyenda sobrevive y se mezcla con la obra contaminándolo todo.
Pero no tiene pasta de mártir este cineasta y escritor, dos veces nominado al Oscar, director del legendario “Chacal de Nahueltoro”, “Sandino”, “La Tierra Prometida”, entre otras producciones, y que ahora concluye una novela sobre la Palestina de sus ancestros, mientras continúa porfiadamente con los preparativos para lo que debe ser su película más acariciada y ambiciosa : “El viajero de las cuatro estaciones”. Por ello, no le gusta detenerse en los ataques personales ni en esa mala onda instalada en algunos sectores que de pronto lo remiten a los creadores malditos e incomprendidos como Droguett, De Rokha y otros tantos.
Desde “Palmilla”, como alcalde- hijo pródigo ha escudriñado su país en esta década de retorno y desexilio, amenazando cada tanto con volverse a ir, porque aquí nada es fácil, menos si no tienes vocación de cortesano . Y, más…¡ si tienes fama de villano¡.
¡Cómo se puede ser artista sin asumir una dosis de megalomanía¡, replica en su casa de la calle Azul, en La Reina, este Miguel Littin cincuentón, desconfiado, que no muestra las heridas , que cierra la boca cuando alguien le comenta que su Presidente fue hasta la premier de “Monos con Navaja” saltándose una “Tierra del Fuego” por primera vez filmada in situ, con el mismísimo Coloane que cumplía 90 años, y entonces cambia de tema y prosigue señalando que Pedro de Valdivia, que Alonso de Ercilla, que el propio Neruda inventaron un país, y hasta un continente, como Gabo.
-Por una parte nos dicen que hay que ser audaz, que hay que crear nuevas empresas, que hay que pensar en grande, y entonces cuando uno piensa y actúa en grande después se lo califica de delirios de grandeza- dice Miguel Littin esa tarde de la calle Azul , y a propósito de su última obra, “Tierra del Fuego”.
-Esa construcción de un país imaginario tiene que ver también con la invención de Chile efectuada desde el destierro y su confrontación cuando el retorno. ¿Cómo fue esa experiencia?
-Muy dura, cuando uno está muchos años fuera de Chile y sale muy joven, yo salí de 27 años, afuera uno imaginó un país , inventó un país y lo hizo casi con la tarjeta postal, llena de lo que era lo mejor de Chile, de las mejores visiones de Neruda, de las mejores visiones de Mistral, de Huidobro, de De Rokha, de Violeta Parra. Incluso de los grandes talentos narrativos y plásticos, pero cuando uno regresa vive el choque porque hay un abismo entre ese país que uno inventó y la realidad…Es una experiencia muy dura, muy dura, llena de fisuras, incomprensiones, desencuentros…
- Pero porfiadamente está el cine, y entonces te mueves por el mundo y logras estas grandes coproducciones que luego son calificadas de megalómanas….
-Porque la única forma de que Chile participe como cinematografía en el mundo globalizado es a través de coproducciones , por eso todo el mundo las está buscando. Es absurdo pretender que Chile va a superar solo una cantidad de problemas que muchos países en el mundo están tratando de resolver en conjunto. Incluso potencias económicas y culturales como Europa. Ya no se habla en Europa de cine italiano, cine francés, o cine belga, se habla de cine europeo, porque están todos interrelacionados.. Asímismo, todos los países están buscando unificarse a través de grandes alianzas estratégicas, y la nuestra pasa por hacer películas que correspondan a lo que es la cultura latina en el mundo, latinoamericana, iberoamericana y latino en Europa, es decir Grecia, España, Portugal, Italia. Esto nos daría la gran posibilidad de ser una cinematografía con fundamentos tanto culturales como económicos, porque pensar en el cine, sin tomar en cuenta esta perspectiva industrial es realmente pensar en el vacío. Existe además el público hispanoparlante de los Estados Unidos, donde hay festivales de cine latinoamericano, festivales de cine latino. Con esto quiero decir que si algo está funcionando en estos momentos en la mentalidad de todos los cineastas del mundo es la necesidad de unificarse a través de proyectos, y eso implica a veces ser un adelantado en este gran proyecto de la integración.
- Entre “Los náufragos”, una película más bien intimista que da cuenta de una visión fragmentada y angustiante del Chile de la transición, y “Tierra del Fuego”, esta gran producción donde se disputan la epopeya un grupo de aventureros y la belleza impactante del paisaje, se asoman dos estilos muy opuestos. ¿Es sólo la marca de Coloane la que determina esta diferencia?
- “Los náufragos” está marcada por las circunstancias del regreso a Chile y la necesidad de encontrar metafóricamente al país a través del hombre que está buscando a su hermano. Se trata de develar las ideas y reflexiones sobre el pasado inmediato de Chile, sobre el presente y esa manera de administrar el futuro. “Tierra del Fuego” tiene una fuerte seducción por el paisaje y por la obra y los personajes de Coloane. Está inspirada en ese mundo luminoso de su escritura en que los personajes en realidad se asemejan a lo que es la comedia del arte, es decir no hay un desarrollo psicológico sino que el destino de la naturaleza cambia o hace sus destinos . Y de alguna manera creo también que gran parte de nuestros destinos se han producido de esa manera porque somos una generación de hijos de inmigrantes que hemos nacido en este país casi por casualidad y que de pronto la cercanía de la cordillera, los vientos, las grandes planicies, los grandes desiertos nos han hecho repensarlo todo. En ese sentido, la naturaleza tiene una importancia definitiva en tanto reconoces una historia porque no la has vivido. Yo no puedo reconocerme en la historia de la conquista, ni en la historia de la colonia, porque no tengo ningún antecedente, pero mi antecedente visual, de la memoria, son las montañas, son la cordillera, son las grandes planicies, los grandes desiertos y en esa historia puedo comenzar entonces a decir y a reconstruir imaginariamente como transcurrió la vida del hombre en estos lugares. Pero, en efecto, Chile es la fuerza y el magnetismo del paisaje.
- Es la Patagonia claramente la protagonista, porque los personajes resultan una suerte de marionetas cuyos destinos inciertos están a merced de los vientos…
- …Y sobre sus deseos están los designios de Dios y la naturaleza, por llamarlo de algún modo, es decir son voces que se escuchan a través del viento, a veces son un coro, un coro que sigue a un corifeo. Si uno mira en este momento la patagonia, las grandes extensiones, y piensa que allí hubo un imperio que duró seis, el imperio de Carmen Silva, Reina de Rumania, percibe que no queda ni un sólo rastro, ¡nada¡. Todo se lo llevó el viento o todo fue tragado o devastado por la naturaleza. Lo único que queda son las descripciones de la naturaleza, que no es exactamente igual, es como una historia que se niega a ser contada, una naturaleza que se niega a ser registrada incluso por el ojo cinematográfico, porque creo que es la única película de la patagonia o de la tierra del fuego, filmada ahí.
-¿Y qué te pasó como cineasta, como artista en medio de esa inmensidad ?
-Cada mañana miraba esas desolaciones y me interrogaba sobre qué hacemos aquí, vamos a contar la historia de gente que no está, pero es que no hay ni una sola huella de que alguna vez hubiese gente aquí y entonces el desafío era re- inventar el mundo todos los días, y al otro día tampoco había huella de la secuencia filmada el día anterior, por lo tanto había que empezar todo de nuevo y de ahí entonces que se me fue ocurriendo la idea de hacer una película como si fuera un mosaico, pequeñas historias que se van entrelazando en una gran historia que es la historia del destino, la historia de uno, la historia del otro, las necesidades y los deseos de uno y otro que se van desdibujando porque todo se desdibuja, o sea se buscaba oro y nunca hubo oro, y en ese instante andar con la cámara era como buscar ese oro, pero el oro de los alquimistas, el oro de dejar patentado de como había transcurrido ahí un fragmento y un pedazo de la historia humana, de su dolor, de sus necesidades y de sus empeños. Sobre todo del empeño casi inútil de encontrar la gloria, pero también del empeño casi inútil de establecer el estado, las leyes y el poder, tanto así que se establecen y con la misma audacia con que se establecen también se derogan, se hace la abolición de toda jerarquía. Esa experiencia vivida tras el ojo de la cámara también era un espacio que transcurría entre la posibilidad del film de aventura y al mismo tiempo del film existencial, es decir, y así lo dije en Cannes , estaba entre Sergio Leone y Jean Paul Sartre.
-¿Cómo así?
-No era solamente una frase, es que tanto el atuendo, la forma de moverse, la actuación de los personajes, corresponde a la epopeya del western, pero las ideas corresponden a Sartre. En el relato de Coloane, está esa articulación de los personajes que se desplazan entre la épica y el peso de una existencia que se estrella en la inmensidad del paisaje.
- Hablemos del país, de tú país, al que volviste para reinsertarte un Palmilla, como alcalde, y desde allí tomar aliento para hacer cine. ¿Cómo lo ves?
- Aquí, aparte de los enclaves militares que todos conocen existe una burocracia que está por sobre las necesidades o las aspiraciones de la gente. Una burocracia ascendente que va acentuando su importancia por sobre el individuo y eso hace un país aburrido. Si algo tiene la burocracia es que es muy ordenada, pero muy aburrida, más si seguimos sin querer discutir, porque el país no quiere debatir con libertad suficiente, con el desparpajo suficiente, incluso admitiendo la posibilidad de equivocarse, no es una discusión en que todo el mundo tenga la razón, tampoco se trata de establecer una razón, sino que se trata de saber qué piensan los demás. La tendencia hacia integrismo religioso me parece que se ha intentado discutir, pero en algún punto se paraliza la discusión porque parece que fueran terrenos en los cuales no se puede avanzar. Y esto en el campo del arte es más complejo, porque si el arte no es transgresor, si el arte no se atreve a tener una independencia frente a la sociedad y una voluntad de romper para avanzar en los grandes temas que nos interesan se produce una detención, se produce una sensación de desazón justamente. Es decir, ¿quiénes estamos dentro de Chile y quiénes estamos fuera o en los márgenes?, porque pareciera que hay quienes están en el centro mismo del país, hay quienes están en la periferia y hay quienes están completamente afuera.
-Y dónde se ubica Miguel Littin?
- A veces en el centro, a veces en la periferia, a veces afuera y a veces en ninguna parte, porque hay mucha gente en el país que siente este no estar en ninguna parte. Pero yo quiero estar en la creación , y a veces estoy solo, pero todo corredor de fondo tiene el designio, por encima de sus deseos, que sabe que tiene que correr solo, porque no siempre lo que uno diga o lo que uno haga es conveniente para el resto del cuerpo social. Y alguien tiene que avanzar a pesar del viento, a pesar de las dificultades, a pesar del riesgo de tener caídas, y hay que tener la voluntad de levantarse, pararse y seguir andando, por eso yo no me quejo, yo no digo “ este país”, no utilizo nunca ese término porque son muchos países y es parte también de una globalidad en el mundo. Sin embargo, se que vivo en un gran pasadizo entre la cordillera y el mar.
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